Revisar el marco conceptual del “crecimiento empobrecedor” nos ayudará a entender los resultados negativos del Perú en importantes aspectos sociales vinculados a la equidad y el desarrollo.
Desde hace por lo menos tres décadas, hemos escuchado de manera insistente a políticos y gobernantes hablar sobre la importancia del crecimiento económico y los beneficios que genera para la sociedad en su conjunto, y también desde los propios medios de comunicación se ha destacado ampliamente el tema. No obstante, como claramente demostró el coronavirus, existe sólida evidencia que el crecimiento económico no implica mayor cohesión social ni un incremento en el bienestar de la ciudadanía.
Los economistas e investigadores Hermosillo Anduaga, Kaplan Navarro y Padilla Torres (2011), identificaron varias de las inexorables limitaciones que presenta el crecimiento económico para ser una medición adecuada del bienestar social. Destacan que este puede darse a expensas del deterioro de los recursos naturales; tampoco toma en cuenta las externalidades negativas, como la contaminación ambiental y no considera la distribución del ingreso.
Entonces ¿Cómo podemos explicar tan malos resultados, ser el país más golpeado el mundo por la pandemia, a pesar de 20 años de crecimiento económico prácticamente ininterrumpido? Una posible respuesta podría estar en el pensador Jagdish Bhagwati. En 1958, durante sus estudios en la Universidad de Cambridge, este economista indio publicó una monografía sobre el “crecimiento empobrecedor”. En ella, Bhagwati argumenta que este tipo de crecimiento empeora los términos de intercambio a tal punto que corroe el bienestar social.
El portal chileno el Mostrador ensayó una versión didáctica del modelo de Bhagwati, subrayando los siguientes pilares: el primer factor es que el crecimiento empobrecedor suele producirse en países que cuentan con grandes cantidades de un recurso natural valioso. Un segundo elemento, a raíz del recurso natural valioso, llegarán muchas inversiones, atraídas por una legislación laxa. Un tercer eslabón indica que las grandes inversiones van a provocar un gran crecimiento de la producción. No obstante, al ser commodities, son muy proclives a cambios bruscos en la oferta o demanda, generando una gran variación de precios.
En América Latina, de acuerdo con el economista José Manuel Rodríguez López, el crecimiento empobrecedor se manifiesta cuando el incremento del producto interno bruto y de la renta se concentra en las ganancias de las empresas y en las propiedades, en detrimento de los salarios y del bienestar de la población en general. Como es lógico, esta situación afecta con mayor severidad a países con profundas desigualdades.
A nivel político el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, ha sido el que más ha denunciado las perversiones de este tipo de modelo. Correa pone el ejemplo del petróleo. Según él, si mañana un país decide malbaratar el petróleo, lo más probable es que la inversión petrolera se triplique y las cifras macroeconómicas mejoren, pero al país nada le queda, no se genera empleo y tampoco hay encadenamientos productivos. Para Correa, el crecimiento per se no es positivo, y en América Latina ha existido y existe crecimiento empobrecedor.
A manera de conclusión, el marco conceptual del crecimiento empobrecedor puede contribuir a entender mejor los nefastos resultados del Perú de cara a la pandemia, a pesar de sus cifras macroeconómicas en azul y su crecimiento prácticamente ininterrumpido durante dos décadas. De igual forma puede coadyuvar a que el debate público no solamente se concentre en el crecimiento, sino también en otro tipo de mediciones.
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Sobre el autor:
Alonso Cárdenas
Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya