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1 junio, 2022

[Artículo RPP] Alonso Cárdenas: ¿Por qué hay tantas matanzas en los Estados Unidos? 

De acuerdo con un estudio de Adam Lankford, catedrático de la Universidad de Alabama, los estadounidenses representan alrededor del 4.4% de la población mundial, pero concentran el 42% de las armas del mundo. En otras palabras, existe una correlación directa entre número de armas de fuego y las posibilidades que suceda un tiroteo

Una nueva tragedia enluta a los Estados Unidos. Samuel Ramos, un joven de apenas 18 años, irrumpió armado con una pistola y un rifle de asalto semiautomático en una escuela primaria en Texas, asesinando a 19 niños y dos profesoras. Pocos días antes, otro chico de 18 años, mataba a 10 personas dentro de un supermercado en la ciudad de Búfalo, estado de Nueva York. La lista de masacres ya luce interminable.

El portal Gun Violence Archive (GVA), plataforma de investigación sobre violencia armada en los Estados Unidos, indica que el año 2019 se produjeron 39 mil 580 muertes violentas por arma de fuego. El año 2020, la cifra se incrementó a 43 mil 671, mientras que el 2021 la data alcanzó los 45 mil 010. Se da por descontado que el año 2022 vuelva a romper todos los récords. La Universidad de Washington señala que en Estados Unidos la tasa de muertes violentas por armas de fuego es 3.96, mientras que otros países desarrollados tienen cifras mucho menores. Singapur tiene 0.01, Japón 0.02, Reino Unido 0.04 y Noruega 0.07.

En relación con los niños heridos o muertos por arma de fuego, GVA indica que la cifra se incrementó de 603 a 999 entre los años 2014 y 2020. Sobre los adolescentes heridos o fallecidos, estos casi se duplicaron, pasando de 2 mil 318 a 4 mil 142 en el mismo periodo. El número de tiroteos masivos crece sin control, de 269 en el año 2014 a 611 en el 2020. En un periodo de seis años se han producido 2 mil 696 tiroteos masivos, más de uno por día, una cifra que no tiene ningún país desarrollado.

¿Por qué sucede esto? Muchas hipótesis se han lanzado al respecto. La primera tiene que ver con la salud mental. Varios investigadores señalan que, a diferencia de los demás países desarrollados, EEUU no tiene un sistema público de salud mental. Sin embargo, un estudio de los epidemiólogos Swason, McGinty, Fazel y Mays del año 2015, halló que solo el cuatro por ciento de las muertes provocadas por armas de fuego se podrían atribuir a problemas de salud mental. Otra hipótesis apunta a la delincuencia. Sin embargo, un estudio histórico elaborado por la Universidad de Berkeley concluyó que Estados Unidos no es más propenso a la delincuencia que otros países desarrollados. Otras hipótesis más descabelladas como el uso de videojuegos también fueron descartadas.

¿Entonces? The New York Times apunta que las investigaciones serias llegan de manera prácticamente unánime a la misma conclusión, el problema está en la cantidad estratosférica de armas. De acuerdo con un estudio de Adam Lankford, catedrático de la Universidad de Alabama, los estadounidenses representan alrededor del 4.4% de la población mundial, pero concentran el 42% de las armas del mundo. En otras palabras, existe una correlación directa entre número de armas de fuego y las posibilidades que suceda un tiroteo. La gran disponibilidad de armas hace que un neoyorquino tenga 54 veces más posibilidades de ser asesinado en un asalto que un londinense. Otro dato señala que un estadounidense tiene 300 veces más probabilidades de morir a consecuencia de un arma de fuego que un japonés.

A manera de conclusión, podemos señalar que la enorme disponibilidad de armas y la gran facilidad para acceder a ellas hacen que Estados Unidos sufra una cantidad de tiroteos y muertes que no se ve en ningún país desarrollado. De igual forma, la sofisticación de las armas utilizadas incrementa la posibilidad de morir en un tiroteo. Por ejemplo, en la masacre de Sandy Hook, el asesino utilizó una AR-15, la versión civil semiautomática del rifle de asalto militar M16, con capacidad para disparar 750 tiros por minuto.

Lea la columna del autor todos los jueves en Rpp.pe 

Sobre el autor:

Alonso Cárdenas

Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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