La propuesta de vacancia ha ido escalando. Ante esta situación límite ¿qué puede hacer el presidente? Lo primero es dar un golpe de timón, un cambio total en la manera como viene haciendo las cosas ¿lo hará?
Al momento de escribir estas líneas, la situación del presidente de la República luce sombría con pronóstico reservado. Lo que parecía una propuesta de vacancia sin pies ni cabeza, ha ido escalando sin que el mandatario ni su equipo de asesores puedan controlar la situación. Todo fue cuesta arriba a partir del fatídico mensaje a la nación que alejó a los aliados y envalentonó a los vacadores.
Sin embargo, es importante señalar que la gestión de Pedro Castillo no ha sido solo borrascas. Hay elementos dignos de destacar. El más importante, el proceso de vacunación. Si bien es cierto que vamos rezagados en relación con varios países latinoamericanos, al 4 de diciembre según información del portal de estadística internacional our world in data, el 56% de la población peruana ya tiene sus dos dosis, muy cerca de Estados Unidos que tiene 59%, superando a México con 50%, a Colombia con 49% y al promedio mundial de 44%. Otro aspecto a rescatar es la economía, el Banco Mundial proyecta un crecimiento para el 2021 de 11.3%, uno de los mayores de la región. Julio Velarde, titular del BCR, indica que dicha cifra “no es solo rebote, es consecuencia de las acciones de política que se tomaron”.
A pesar de las noticias positivas que llegan desde la salud y la economía, la gestión de Castillo pende de un hilo ¿A qué se debe esto? La respuesta no la encontramos solo en la coalición vacadora, quienes no cuentan con la aprobación popular ni representan la totalidad de las fuerzas políticas, sino, principalmente hay otros factores generados por la actual administración que lo han puesto al borde del abismo. Hago énfasis en dos, el equipo más cercano al presidente y la gestión pública.
Sobre el primero hay falencias clamorosas. En los amaneceres del gobierno, el nombramiento del hoy ex jefe de asesores de presidencia fue puesto en entredicho por la Contraloría, pues argüían que Auner Vásquez no acreditaba la experiencia mínima establecida en el clasificador de cargos. Por otra parte, el ex secretario general, Bruno Pacheco, tampoco reunía la experiencia ni la formación para una posición de tanta responsabilidad. La presencia de Pacheco generó una crisis política de tal magnitud que se ha puesto en entredicho la continuidad misma del mandatario. En otras palabras, el cuarto de guerra del presidente, el círculo de mayor confianza, compromiso y discrecionalidad que tiene un líder para recibir consejería, era débil, improvisado y poco profesional.
Sobre la gestión pública existen también yerros serios. Un ejemplo arquetípico es el Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Bajo la gestión del ministro Silva en menos de un mes hubo tres secretarios generales, de igual forma Natalí Jiménez tuvo que dejar el cargo de Directora Ejecutiva de Provías por no tener la experiencia necesaria. A su vez Doris Alzamora renunció a la jefatura de SUTRAN luego de que se revelaran tres denuncias por presuntos robos en supermercados. Lo mismo sucedió con Víctor Valdivia, nuevamente en Provías, por contar con un rosario de denuncias que van desde peculado hasta violencia familiar. Fue justamente en ese Ministerio donde se destapó el escándalo de Bruno Pacheco y Karelim López.
Ante esta situación límite ¿qué puede hacer el presidente? Lo primero es dar un golpe de timón, un cambio total en la manera como viene haciendo las cosas. Eso pasa por reforzar su cuarto de guerra, necesita un equipo de asesores de primer nivel. Seguidamente darse cuenta que hay ministros que no suman nada y restan mucho ¿Dónde conseguir cuadros políticos? El sistema de partidos al ser tan informal, endeble e improvisado no es una buena cantera. Debe abrir el abanico y acercarse más a la academia, la sociedad civil organizada y al sector privado que también quiere apoyar. Otro aspecto crucial es zanjar definitivamente la guerra fratricida que carcome al partido del gobierno. Perú debe ser el único país en la región donde el oficialismo congresal sabotea al Ejecutivo. Tercero, convocar a todas las fuerzas vivas pro democracia y anti golpe, pero debe hacerlo ya. Los tiempos políticos apremian y es el momento de mostrar liderazgo.
Lea la columna del autor todos los jueves en Rpp.pe
Sobre el autor:
Alonso Cárdenas
Docente de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya