El reciente fallecimiento del papa Benedicto XVI, sirve como ocasión para ponderar sus aportes pastorales, doctrinales e intelectuales, sobre todo en un contexto donde se precisa reflexionar muchas de las cuestiones relevantes de nuestros días, como las relaciones entre universidad, conocimiento y sociedad.
Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, desarrolló una importante labor teológica y filosófica. De ahí que en gran parte de sus escritos pontificios se haya evidenciado las características de su ejercicio. El difunto papa emérito reflexionó muchas veces sobre el papel de la universidad y del conocimiento científico en la sociedad, como se puede encontrar en innumerables escritos suyos. En unos de estos escritos, Discurso al Encuentro Europeo de Profesores Universitarios, del 23 de junio de 2007, el papa Ratzinger abogó por una universidad orientada a la comprensión del ser humano, en un contexto dominado por una enorme transformación en la esfera del conocimiento y en la aceleración de diversos procesos tecnológicos, cuyos efectos sobre las sociedades aún son desconocidos.
En el mencionado documento, Benedicto XVI señaló una serie de retos que, a su entender, deben ser tomados en cuenta en ámbito universitario:
1.- Realizar un estudio exhaustivo de la crisis de la modernidad, cuyo centro es la crisis de la concepción del ser humano que la modernidad privilegió, ajena a cualquier fundamento universal y objetivo. Esto hace imposible entender la complejidad de los mundos políticos y económicos, presionados por la noción de progreso.
2.- Ampliar el significado de lo que entendemos por “razón” o lo “racional” a fin de establecer un diálogo con otras formas de organizar la realidad. Esta ampliación se nutre del mismo proceso que dio origen a las universidades en el siglo XI, pues el nacimiento de la institución universitaria fue producto de la conversación entre fe y razón. No hay que olvidar el origen cristiano católico de las universidades y su enorme contribución a la humanidad.
3.- Buscar que la academia universitaria, de inspiración cristiana, tenga una voz que sea escuchada el ámbito del conocimiento, sobre todo en la manera enriquecer el debate sobre el “nuevo humanismo”. La universidad católica tiene múltiples formas de proponer una lectura más amplia y justa sobre lo humano.
En ese sentido, valorando las palabras de Joseph Ratzinger, queremos citarlo en extenso para que se observe la profundidad de lo que él entendía por universidad: “La universidad, por su parte, jamás debe perder de vista su vocación particular a ser una "universitas", en la que las diversas disciplinas, cada una a su modo, se vean como parte de un unum más grande. ¡Cuán urgente es la necesidad de redescubrir la unidad del saber y oponerse a la tendencia a la fragmentación y a la falta de comunicabilidad que se da con demasiada frecuencia en nuestros centros educativos!….Queridos amigos, espero que las universidades se conviertan cada vez más en comunidades comprometidas en la búsqueda incansable de la verdad, en "laboratorios de cultura", donde profesores y alumnos se unan para investigar cuestiones de particular importancia para la sociedad, empleando métodos interdisciplinarios y contando con la colaboración de los teólogos… Estoy convencido de que una mayor cooperación y nuevas formas de colaboración entre las diversas comunidades académicas permitirán a las universidades católicas dar testimonio de la fecundidad histórica del encuentro entre fe y razón”.
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Sobre el autor:
Ricardo L. Falla Carrillo
Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM