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7 marzo, 2022

[Artículo RPP] Ricardo L. Falla: Los baluartes del poder. Reflexiones sobre la guerra actual

Recorrer las viejas ciudades amuralladas nos permite tener una idea de cómo se organizaban las fronteras, antes de la era de los pactos internacionales y de la jurisprudencia que los cautela. La guerra definía los límites entre los reinos y los baluartes fortificados eran la evidencia de los linderos de su poder. Esa época está de vuelta.

Camino por una vieja ciudad rodeada de una restaurada muralla, custodiada por una fortaleza a lo alto y con cañones apuntando a los eventuales enemigos: fuerzas militares de otros reinos o grupos de delincuentes, siempre dispuestos al viejo “arte” del saqueo. Las murallas y las fortificaciones son los restos tangibles de un mundo modelado por la guerra y por una perenne situación de conflicto y de violencia. Observando todo ello, se comprenden mejor las reflexiones de Thomas Hobbes. La única forma de proteger a un reino de su extinción es por medio de la fuerza, del terror y de la acumulación de poder. Pues, en un orbe de “leviatanes”, la predisposición para la guerra es la garantía de la sobrevivencia de todo un reino. Así, ese mundo de murallas, fuertes y baluartes, adquirían pleno sentido.

En los siglos XIX y XX se impuso la idea del estado-nación sobre el reino religioso. Y las fronteras estatales, logradas por guerras y acuerdos, empezaron a ser garantizadas por tratados limítrofes. De modo que los espacios nacionales requirieron nuevas formas de ser cautelados. Se crearon ejércitos profesionales y estables, se profesionalizó la carrera militar y establecieron diversas formas de financiación de las fuerzas armadas a fin de tener un grupo bien armado que esté dispuesto a proteger los intereses del estado nación. En ese nuevo escenario, las murallas y fortificaciones militares fueron menos necesarias.

El espectacular desarrollo de la tecnología bélica llevó la experiencia de la guerra lejos de todo límite anteriormente conocido. La guerra podría ser total, manejarse a la distancia y desplegarse en distintos planos, como se observó en las diversas guerras del último siglo. Sin embargo, tras la segunda guerra mundial, se trató de establecer cierto marco legal internacional, garantizado por la ONU, que reduzca la necesidad de los conflictos bélicos, a fin de resolver las diferencias entre las naciones por otros medios. Asimismo, La creación de alianzas económicas y comerciales, estableció el principio de conveniencia común. Lo que redujo la posibilidad de muchas guerras potenciales. Evidentemente en las últimas décadas ha habido varios conflictos bélicos. Pero no con la recurrencia y la naturalidad de otras épocas.

Pero a pesar de estos instrumentos legales y comerciales, los baluartes del poder eran igualmente necesarios, pero no al modo de murallas y fortalezas, sino por medio de una industria militar propia. De ahí que las naciones más poderosas del mundo no descuidaron el desarrollo de un poderío militar que garantice su autonomía. De hecho, junto al crecimiento económico sostenible y un aceptable nivel de bienestar social, contar con una fuerza armada poderosa y respetada es garantía de una real fortaleza.

Mientras camino por la muralla que rodea la vieja ciudad, pienso en la guerra desatada por Rusia contra Ucrania. Y, por las razones que fueran, como ha pasado varias veces en las últimas décadas, el incipiente derecho internacional que regula las relaciones entre las naciones del mundo ha vuelto a ser vulnerado. Pero, en esta oportunidad, pareciera que estamos ad-portas de una era en la que la fuerza bélica volvería a regular plenamente las relaciones internacionales, como antes de la primera guerra mundial. Por ejemplo, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha anunciado una gigantesca inversión militar para modernizar a las fuerzas armadas germanas a fin de no depender del poderío bélico norteamericano. Asimismo, países que no eran parte de la OTAN, como Suecia y Finlandia, están considerando su ingreso a dicha alianza militar. Y, desde hace unos años, países como la India, Arabia Saudita, Turquía, entre otros, vienen equipando a sus FFAA con armas más sofisticadas. Todo ello, a fin de defender sus intereses ante el mundo.

La invasión rusa a Ucrania está reconfigurando el perfil geopolítico y geoestratégico de las relaciones internacionales. Quizás estemos asistiendo a una nueva época de grandes murallas y de baluartes del poder que cuidan de las ciudades de ahora y del futuro.

Lea la columna del autor todos los lunes en Rpp.pe

Sobre el autor:

Ricardo L. Falla Carrillo

Jefe del Departamento de Filosofía y Teología de la UARM

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