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4 marzo, 2022

[Artículo RPP] Rossana Mendoza: De vuelta a las aulas

Si bien existen discrepancias entre madres y padres de familia, y también entre docentes respecto al retorno a clases presenciales, debe primar el principio del Interés superior del niño el cual implica que todos los actores deben trabajar para brindarles una educación que los fortalezca.

 El retorno general de las niñas, niños y adolescentes a la presencialidad en las Instituciones Educativas supone más que una norma o un discurso político, requiere asegurar todas las condiciones para que sea posible. Lamentablemente encontramos una diversidad de opiniones que expresan el natural miedo y la desconfianza en la capacidad del Sector Educación, pero también existen situaciones vividas en las familias y los docentes que es importante reconocer y analizar.

La opinión entre madres y padres de familia no es homogénea, la mayoría quiere el retorno de sus hijas a hijos a la presencialidad porque consideran que las estrategias virtuales no han sido suficientes ni han logrado los aprendizajes esperados, pero no solo eso, son conscientes que en las diferentes etapas de la vida de las niñas, niños y adolescentes la escuela cumple también una función socializadora, propicia afectividades y favorece de distintas maneras el desarrollo de habilidades, actitudes y valores para la vida. Otras madres y padres se oponen al retorno, y me atrevo a afirmar que las razones no están relacionadas a sus expectativas en la educación sino a sus posibilidades reales de sostenerla con sus limitados recursos y considerando que sus hijas e hijos son contribuyentes a la economía familiar.

Por su parte las y los docentes a través de sus organizaciones sindicales exigen una serie de compromisos que aseguren condiciones sanitarias, pero bien sabemos que el teletrabajo a pesar de sus exigencias posibilita un manejo discrecional y autónomo de los tiempos, economiza gastos de transporte y flexibiliza los criterios de calidad y con ello los logros a alcanzar. Comprensible (más no excusable) si consideramos que el magisterio ha sido duramente golpeado reiteradas veces y aun sus labores no han sido suficientemente reconocidas y valoradas.  Sin desconocer los esfuerzos que miles de maestras y maestros han desplegado para atender la educación de sus estudiantes a distancia, la insatisfacción de la mayoría de madres y padres se ha dejado escuchar. Este parecer ser uno de los principales conflictos que dificulta el retorno a las aulas.

Desde colectivos, organizaciones y movimientos por el retorno seguro se han ofrecido importantes y sólidos argumentos para volver a la presencialidad: pensando en el bienestar de las niñas, niños y adolescentes, en la importancia de brindarles un espacio seguro y afectivo, en la necesidad de recuperar los patios de juego al aire libre, beneficiándose directamente de los desayunos y almuerzos escolares, compartiendo el duelo y aprendiendo en colectividad. Viéndolo así, los esfuerzos por parte del sector educación no deben escatimarse, y si bien docentes y padres no logran acuerdo en muchas instituciones educativas, el principio del Interés superior del niño debe primar con el compromiso de todos los actores en brindarles una educación que los fortalezca, que los haga sonreír, que puedan disfrutar, en donde sean acogidos, queridos y respetados sin discriminación alguna, con docentes amables y cariñosos que recuperen el sentido de su quehacer pedagógico en una escuela que ya no puede ser la misma.

Lea la columna de la autora todos los viernes en RPP.pe

Sobre el autor:

Rossana Mendoza Zapata 

Docente de la Escuela de Educación de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

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