Un Estado con perspectiva humanista integra soluciones y perspectivas que involucra la vida social, la naturaleza y la espiritualidad de los locales. No se debería caer en la mirada lejana e instrumental que tuvieron durante mucho tiempo los gobiernos.
En el Perú, la protección del medio ambiente y los recursos naturales debería ser asunto de interés público y seguridad nacional. Sin embargo, en nuestro país las medidas aún se mantienen ensombrecidas debido a las condiciones en las que se encuentran nuestras áreas protegidas y las personas que se encargan de mantenerlas en esa condición. ¿Cómo hablamos de espacios protegidos si existe un poder que no es el Estado que controla y devasta lo que encuentra en su camino sin importar la vida misma? Lo que se necesita es un “pacto social” que priorice y fortalezca la interdependencia generada entre el gobierno y las comunidades nativas locales. La necesidad de ellos no es una cuestión aislada frente a la necesidad de todos.
Se celebra que hasta el momento no ocurriesen violaciones a los derechos humanos en los conflictos sociales durante este gobierno. Más ello no significa que no se den en otros aspectos. La vida de los líderes indígenas, que fungen como guardianes de las áreas protegidas, ha sido absolutamente violentada y, en muchos casos, desaparecida de todo registro por culpa del narcotráfico o los traficantes de terrenos, entre otros. Si hablamos de interés público y seguridad nacional, la protección de la vida abarca un interés por las personas y por el medio ambiente. Este interés resulta vital cuando vemos las consecuencias del cambio climático.
El Sernanp lanzó la “Estrategia de atención a la problemática de los cultivos ilícitos y actividades asociadas en Áreas Naturales Protegidas de administración nacional (2020-2024)”, sin embargo, hasta el momento no se conoce el plan operativo de la misma. Actualmente se han identificado más de 20 áreas naturales protegidas comprometidas con cultivos ilícitos: 14 de ellas tienen cultivos a su interior; unas 5 los tienen exclusivamente en sus zonas de amortiguamiento; mientras que otras 7 podrían verse afectadas por esta actividad ilícita por su cercanía y vulnerabilidad reunidas. Sabemos que el 25% del Perú es tierra de las áreas naturales protegidas, incluyendo zonas de amortiguamiento. Por lo tanto, al ser un soporte para el biosistema, es fundamental focalizar su resguardo y proteger a las personas involucradas en su mantenimiento.
Lo que se necesita, también, es atender las zonas de las comunidades indígenas afectadas y ofrecer alternativas de desarrollo ya que el Estado las ha dejado al amparo de sus propios mecanismos de protección que resultan indefensos frente a la capacidad operativa tanto del narcotráfico como de las mafias que actúan en estas zonas.
Un enfoque transversal involucra no solamente un desarrollo agrícola sino también rural, en donde se atiendan las necesidades y alternativas económicas de las comunidades locales. Un Estado con perspectiva humanista integra soluciones y perspectivas que involucra la vida social, la naturaleza y la espiritualidad de los locales. No se debería caer en la mirada lejana e instrumental que tuvieron durante mucho tiempo los gobiernos al no avizorar resultados inmediatos o al verse en medio de un fuego cruzado de intereses. La vida entendida en su plenitud recoge una integración entre el ser humano y el medio ambiente, una interdependencia insoslayable.
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Sobre el autor:
Soledad Escalante
Docente principal de la Facultad de Filosofía, Educación y Ciencias Humanasen la Universidad Antonio Ruiz de Montoya