Más de 900 organizaciones juveniles luchan por un cambio en Perú. Un grupo de estudiantes universitarios, que integran el colectivo de Perú Te Quiero Limpio, organizan voluntariados para luchar contra la contaminación. Ze Pando lidera una lucha por la preservación y recuperación de espacios naturales a través de proyectos ambientales en Lima y Callao.
El sol se esconde y las calles del mercado se transforman. Las verduras y frutas que eran regateadas se ocultan entre sabanas para el día siguiente, las galerías cierran y las señoras de grandes mandiles salen de sus puestos. Las calles del mercado Caquetá se llenan, todos reunidos en el paradero para regresar a sus hogares. Durante la espera, los aromas culinarios envuelven la avenida principal. Los puestos ambulantes de comida ofrecen hígado frito en platos desechables, bebidas elaboradas con plantas medicinales en vasos descartables y canchita y frituras en bolsas de plástico. Un señor elige entre todos los potajes una bolsa grande de canchita para el largo camino a casa y sube a su vehículo. Es casi hora punta y el tráfico se acentúa en el puente de El Ejército que atraviesa el río Rímac. La espera es larga y la bolsa de canchita está vacía antes de cruzar el otro lado del caudal. El señor satisfecho fuerza la ventana oxidada del transporte público y lanza la bolsa que aún contenía pepitas del maíz que no reventaron. Un comentario retumba entre los cláxones «Cochino. Nada le cuesta guardarlo, pero lo tira» dice una señora parada. El hombre trata de abstenerse al comentario, pero chasquea la lengua, lanza una mirada entre su hombro y manda a volar a la señora. La bolsa que flota entre el lento movimiento de los carros desciende y ahora es parte de los otros desechos de la ladera del famoso río hablador.
Hubo un tiempo en que las bodegas vendían exclusivamente bebidas en botellas de vidrio, los artículos pequeños eran transportados en tela o papel y los alimentos eran entregados y envueltos en papel periódico. Sin embargo, en los años 60 aparecieron las primeras bolsas de plástico y su practicidad agresivamente remplazó todo a su paso. La producción y comercialización incrementó como una de las industrias más importantes a nivel mundial. Velozmente, se instauró una nueva era. Un producto omnipresente hasta en los confines de la tierra, las profundidades de los mares e incluso, en la cima del Monte Everest: el plástico. La masiva oleada motivó a que varios países tratan de reducir su uso a través de impuestos o prohibiciones. El Perú impuso una ley de plástico de un solo uso en 2020 para disuadir su consumo, incrementando su impuesto paulatinamente en los años.
—Esa ley solo aplica para cadenas grandes, pero ¿qué pasa con las microempresas, tiendas pequeñas o locales?
Dice Ze Pando, un joven activista de 22 años que estudia ingeniería ambiental conmovido tras la promulgación de la ley.
Ze parte desde el Asentamiento Humano Keiko Sofía en el distrito de Ventanilla para dirigirse a su centro universitario. Sus viajes en custer –vehículo de transporte público– suelen tomarle varias horas, pero se convierten en el escenario perfecto para reflexionar sobre la vida con música a todo volumen. Su recorrido a traviesa el río Chillón, uno de los dos caudales más importantes para suplir las necesidades de la población urbana de Lima, seguida del río Rímac.
A diferencia de muchos usuarios, Ze no duerme en el transporte, él sueña despierto y se imagina limpiando el río al compás de los hits del momento. El día que promulgaron la ley las emociones invadieron a Ze y la idea en la custer empezaron a tomar forma. Sin ninguna experiencia, pero con muchas ganas de generar un cambio, creó una página de Facebook llamada Perú Te Quiero Limpio. Un nombre largo, pero con un mensaje claro y directo.
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La primera actividad de Perú Te Quiero Limpio comenzó en 2020 con dos personas. Ze Pando tenía 18 años cuando creó la página, pero antes de ir a limpiar quería predicar su idea y publicó un flyer para reunirse con los interesados. El día de la junta llegó y recogió a las personas en un paradero con una hoja de cuaderno que tenía el nombre de su organización. Después de dos encuentros en un parque, había logrado cautivar a seis personas y dos fueron elegidas para acompañarlo a dirigir el equipo.
—Más que nada creo que lo hice para no sentirme solo, de estar avanzando solo. —justifica Ze la elección de sus coordinadores entre risas nerviosas.
Finalmente, consiguió 50 seguidores en Facebook, 150 en Instagram, la madre de uno de los coordinadores donó 24 polos, recolectaron fondos de una rifa y tenía el respaldo de su universidad. Ze pidió permiso a la municipalidad de Ancón para su primera actividad de limpieza en la playa Positos. Todo estaba listo, lanzó la convocatoria abierta y solo asistieron dos personas, además de una coordinadora y él.
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Lima, 15 de enero, 2022. Refinería La Pampilla, operada por la mayor empresa petrolera del Perú: Repsol, registra un derrame de petróleo en el mar de Ventanilla. La multinacional energética española atribuye el accidente al oleaje anómalo producido tras la erupción del volcán Hunga Tonga, ubicado en el centro del océano Pacífico. La explosión volcánica provocó que uno de los barcos de la compañía lanzara seis mil barriles de petróleo. El mayor desastre ecológico en el mar peruano se sigue extendiendo y la costa, ahora teñida de negro, emana gases de hidrocarburo. La economía: la pesca artesanal, el turismo y la gastronomía son afectadas.
La prensa y en las redes sociales se registra el impacto ambiental: animales empetrolados muertos, pingüinos exhaustos de huir, zonas de reserva cubiertas de una sustancia oscura y las costas rodeadas por una cinta amarilla de seguridad. Diversas organizaciones se dirigen a las zonas afectadas a brindar ayuda, los grupos voluntarios intentan salvar todo lo que el petróleo contaminó. Perú Te Quiero Limpio realiza una campaña extraordinaria y junto a otras asociaciones reciben capacitaciones por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) para limpiar las playas sin poner en riesgo sus vidas.
Más de 10.200 personas fueron afectadas. Más de 1.900 animales silvestres fallecieron. Más de 90 zonas marino-costeras fueron contaminadas. Más de 185 millones de multa contra la empresa Repsol. Son las estimaciones de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).
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Perú Te Quiero Limpio es una organización ambiental que realiza diferentes actividades (limpieza de playas y ríos, reforestación y forestación y capacitaciones y charlas) para luchar por la preservación y recuperación de espacios naturales a través del voluntariado. El diccionario de la Real Academia Española define preservación como proteger, resguardar anticipadamente a alguien o algo, de algún daño o peligro. Pero y ¿quién protege a los voluntarios? Personas capaces. Ze tiene otros objetivos más específicos para la organización, como empoderar a los jóvenes en actividades medioambientales y formar líderes ambientales. Valerse por sí mismos.
—Hay que ser perseverante y constante en lo que se hace y hay que ver de forma positiva casi todo. —Dirá Ze mucho después sobre las características de un líder. —Todo en esta vida son oportunidades y creo que eso es lo que siempre trato de decirles a los coordinadores que tengo. —ríe.
—¿Qué crees que los caracteriza? —Le pregunto sobre su actual equipo de veinte coordinadores.
—Lo que caracteriza bastante a Perú Te Quiero Limpio es la constancia en que realiza las actividades. Es muy constante en comparación con otras organizaciones que no han tenido el crecimiento y apoyo como nosotros. Sí o sí, debemos tener dos actividades al mes. Mínimo.
Sin embargo, la constancia no es algo que siempre se pudo permitir su organización. No fue hasta su participación en el derrame de Repsol en 2022 que creció. Publicaron un video limpiando el petróleo de un par de cangrejos y se hicieron virales, 2.4 millones de visualizaciones.
Más responsabilidades, más voluntarios y más coordinadores que entraban y se iban por temporadas. Aquel desastre permitió consolidarse en redes sociales, las empresas los buscaban para apoyarlos y el nombre del grupo aparecía en la prensa nacional. «Derrame de petróleo: cómo ayudar y ser voluntario para mitigar impacto en animales y playas», decía un medio local seguido con el nombre del voluntariado y un número telefónico para donaciones.
—Muchas empresas llegaron y nos comenzaron a donar. Otras ONG se contactaron con nosotros y empezaron a donar. —además de ayuda económica lograron armar un stock de materiales: mamelucos, guantes, mascarillas, bolsas.
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Sábado. Siete de la mañana. El día es gris y frío. La humedad se siente en el Asentamiento Humano Keiko Sofía en el distrito de Ventanilla, vecindario de Ze. Al norte de Lima, ubicado a 71 metros sobre el nivel del mar. Las estrechas calles empinadas sin pavimentar serán el escenario para 50 voluntarios de la empresa no bancaria Unibanca y 25 árboles que buscan ser plantados.
La jornada de reforestación empieza a las nueve, pero los coordinadores quedaron en juntarse antes en la casa de Ze para desayunar y discutir sobre la administración de las redes sociales. Ze vive con cinco hermanos, sus dos padres y sus dos abuelos en una casa de dos pisos apenas tarrajeada. La entrada de su casa solía tener árboles que terminó plantando en otras actividades similares cerca de su vecindario, me cuenta Bryan. Bryan tiene 23 años y es coordinador desde hace casi dos. Estudia física e ingeniería de sistemas, sus conocimientos ayudan a utilizar las tecnologías adecuadas para las redes sociales de la organización. Mientras esperamos el desayuno llegan otras coordinadoras: Marlee (22, administración) y Shelley (22, comunicaciones audiovisuales) y finalmente llega Frank (23, ingeniería de sistemas).
En esta oportunidad asistieron cuatro coordinadores, no es una actividad abierta ni obligatoria, asiste el personal que puede. El objetivo es recaudar materiales. Después de una taza de café y un pan con atún, notifican que el bus de la empresa se acerca y deben recibirlos. La reforestación se realiza en la avenida principal, a cinco cuadras cuesta abajo de la casa de Ze. Al rato llega el bus y bajan 50 personas uniformadas de azul, con gorras y logos de su empresa.
—Hola, ¿me ayudas a sacar las cosas? —le dice la representante de la compañía a Ze con quien ya habían coordinado y participado en una limpieza de playas anteriormente.
Hace un mes Unibanca se comprometió a traer todos los implementos necesarios para la plantación: palas, picos, guantes, árboles, tierra fértil y a los voluntarios. A cambio, Perú Te Quiero Limpio realiza una actividad privada, evalúa el lugar adecuado para el desarrollo, pide los permisos a las autoridades correspondientes y brinda una capacitación.
—Hagan un círculo, vamos a jugar el juego del semáforo.
Grita Marlee, o más conocida como Lee. Sus ojos se rasgan más.
—Fórmenseeee!
El juego comienza, corren agarrados de la mano en círculos y si el semáforo (Lee) dice verde, corren; ámbar, prepárense; rojo, alto y atrapen a uno. El sol aparece y su cabello negro que apenas les llega a los hombros ya le molesta y se hace una cola. El juego continúa unos minutos más guiados por los gritos de Lee.
—Rojooooo! — grita una vez más un cuerpo tan pequeño para tal voz.
Finalmente, el grupo se ha relajado tras las dinámicas y los dos encargados de la Municipalidad de Ventanilla proceden a exponer. Es una reforestación con riego por goteo. La supervisora de áreas verdes y su compañero hacen un “plato” (un hueco en la tierra) del mismo tamaño de la maceta del árbol, colocan la planta con tierra fértil y hacen presión.
La actividad requiere que se cierre una parte de la avenida con palos y cinta de construcción. Los voluntarios se arman en duplas, recogen sus herramientas y sus árboles y comienzan con la plantación. Los coordinadores acompañan con las consultas y paralelamente limpian las zonas de sembrado. Debajo del camino de tierra encontramos: bolsas, utensilios de plástico, sogas y palitos. Estos últimos servirán como tutor para el correcto crecimiento de los árboles. Todo se reutiliza si se puede.
—Mi plantita se llama Groot. —dice una voluntaria con una sonrisa en el rostro.
Las primeras duplas terminaron y aparece un mototaxi con más árboles, Ze recordó que tenía algunos guardados en casa. Los dúos se alistaron para continuar con el sembrado, otros se limitaron a tomar fotos y a compartir sus experiencias. Coco, Pitufo 1, Pitufina, Gryffindor, Fuego de Primavera fueron algunos nombres de los voluntarios para sus árboles. «Para sus hijitos».
—Disculpen, ¿puede plantar un árbol aquí? —pregunta una vecina. —Yo me comprometo a regarlo todos los días. —Insiste. La señora de unos sesenta y tantos años se dedica a vender marcianos en la avenida. En un pequeño banco se sienta y sobre una mesita vieja de madera coloca los helados de fruta, ante los pocos rayos de luz clava una sombrilla percudida. Un frondoso árbol la ayudaría a taparla del radiante sol del próximo verano.
Aunque Ze vive por la zona y ha realizado dos actividades de reforestación, sus vecinos no conocen de su labor. Nunca ha surgido la conversación sobre su trabajo y prefiere mantenerse en incógnito. Le interesa generar un cambio en el estilo de vida de los jóvenes porque «son el futuro del país».
—Hola, soy Ze Pando Espinoza, fundador de Perú Te Quiero Limpio…— dice posando para la cámara que sostiene Lee. Lee Bustamante es la mano derecha de Ze y es la única otra persona con acceso a las redes sociales. El video tiene como mensaje motivar a más empresas a donar y participar. Un objetivo más oculto que me dirán después es crear una actividad en navidad para compartir comida con los voluntarios y empresas que participaron en el año. Necesitan sustento económico para realizarlo.
El sembradío termina y el bus de los voluntarios vuelve a sus oficinas en el distrito de Miraflores. Los materiales donados irán a casa de Ze a ser utilizados o alquilados (a otras empresas) para siguientes actividades.
—¿Me pueden dar una planta para sembrarlo al frente de mi casa? —pregunta tímidamente el mototaxista que cargará todos los picos y palas. Ze atina y también le regala tierra abonada.
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El rostro de Perú Te Quiero Limpio es Ze, un joven alto, delgado y con una sonrisa tímida. Sin embargo, detrás de las redes tiene un equipo interdisciplinario. La organización parece una pequeña empresa. Tiene cinco áreas: dirección de proyectos, gestión de alianzas estratégicas, área, marketing y diseño, voluntariados y finanzas. Sin embargo, todos apoyan en lo que pueden.
—Lo que hacen los chicos una vez que tienen listos sus videos, fotos, post o flyers me lo pasan y yo lo público o si no Lee. —dice Ze.
Hace un par de años, Ze confió en un usuario llamado Lima Te Quiero Limpio. Un nombre similar con una inclinación parecida a su recién empezada asociación.
—Era una chica, supuestamente, porque nunca la conocí. Me dijo que estaba súper encantada y que quería ser parte. Yo fui tan inocente y le pasé la cuenta de Instagram, la contraseña y todo. —recuerda indignado, por primera vez su voz suena grave y no risueña. —Luego de una semana la cuenta ya no existía. Eliminada completamente. Yo solo me dije: ni modo, ahora empezar de cero. —Su cuenta llevaba pocos meses, pero había obtenido 300 seguidores que por un descuido desaparecieron.
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Otro sábado. Ocho de la mañana. Los fuertes rayos de sol se abren paso sobre la playa los Tres Picos, una de las más concurridas del distrito de Miraflores. Distrito ubicado a 79 metros sobre el nivel del mar y a casi 40 kilómetros de Ventanilla. La Costa Verde en el fondo muestra un gran acantilado que sostiene grandes y modernos edificios. El principal atractivo del balneario son sus grandes áreas verdes que limitan con la playa de rocas y el helipuerto. Una playa con helipuerto.
Perú te quiero Limpio, fue convocado a participar por parte de la municipalidad de la zona en conmemoración con el día internacional de las limpiezas de playas. Con el objetivo de concientizar y mantener limpio los ecosistemas costeros, varias organizaciones ambientales y voluntarios fueron convocados para limpiar el mar de la Costa Verde. Activistas, universitarios, jóvenes de todos los distritos, personas que buscan el cambio y algunos extranjeros se unieron.
—Tengo clase más tarde en la universidad, pero no me gusta estar en mi casa, así que quería hacer algo productivo y vi la iniciativa en Tiktok. —comenta un joven universitario que por primera vez se une a las actividades de voluntariado.
—¡Yo también! Hace tiempo quiero participar en estas actividades, pero solo pude hoy. —responde emocionada una joven que horas más tarde tendría una cita con aquel chico.
El equipo ambiental de la municipalidad de Miraflores conformado por 20 personas se había instalado bajo una carpa blanca. Además, tenían una mesa llena de cajas que contenían materiales para la limpieza y comida que sería entregada al finalizar la jornada. Mientras los voluntarios llegan, la representante del área ambiental realiza estiramientos y da indicaciones.
Perú Te Quiero Limpio tiene dos coordinadores que supervisan la actividad en Miraflores, en simultáneo tiene otra limpieza en Ventanilla con otros equipos de voluntarios y organizaciones debido al día festivo. Sin embargo, Ze no asiste a ninguna porque se encuentra fuera del país como invitado y representante peruano en la cumbre ‘Changemaker for the Planet’ en Argentina. Finalmente, a las diez de la mañana se forman 18 equipos de diez personas. Cada grupo recibe una bolsa negra, dos bolsas pequeñas transparentes, guantes y empieza la gran limpieza de playas.
A simple vista es una playa con rocas, no hay basura. Se distingue alguna bolsa, pero nada más. El truco es observar y excavar. Debajo de la playa artificial y sus rocas sobrepuestas encontramos: bolsas, utensilios de plástico, microplásticos, monedas, huesos (no-reciclable); botellas de plástico, tapas (reciclable); cascarás de fruta (orgánico), etc. Entre las rocas también aparecían pequeños cangrejos y mientras más se escarbaba aparecían más y más.
—¡¡Ahhh!! —grita una chica.
La playa es un espacio de disfrute y goce, para zambullirse y distraerse con el agua fría del Pacífico. Sin embargo, algunos usuarios utilizan las costas marinas para sus deseos o juegos perversos. Algún tiempo atrás, en una playa al Sur, los coordinadores encontraron una botella con nombres escritos y un amarre de amor: dos muñecos entrelazados, con nombres y apellidos enterrados en la arena.
En esta oportunidad el grito no fue por algo tan extraño, se debió a un cangrejo gigante muerto. Un equipo jugaba y asustaba a sus compañeros con el cuerpo inerte del crustáceo.
—Niños. —suspira un voluntario.
Todas las personas interesadas pueden participar en la limpieza de playas, indiferentemente de la edad. Manifiesta Dash, coordinadora de voluntarios de Perú Te Quiero Limpio, quien empezó con apenas dieciséis años.
—Yo tengo 18 años recién cumplidos. —dice orgullosa mientras sus mejillas se tornan rosa como su pelo.
Neysha Tantaleon, o como prefiere que la llamen, Dash, es la coordinadora de esta actividad junto a Bryan. Hace dos años vio un Tiktok de una organización de voluntarios y convencida en el destino participó. De inmediato supo que quería trabajar con la organización y postuló en las convocatorias abiertas que se realizan anualmente. Aunque era menor de edad, Ze confió en ella y le dio una autorización. Con el permiso de sus padres entró como coordinara de proyectos. Ella estudia para ser abogada, pero irónicamente no le interesa especializarse en el medio ambiente.
—¿Por qué no te especializas en derecho medioambiental? —pregunto
—Porque estas actividades van más allá. Son una forma de vivir, un estilo de vida, no algo por lo que trabajar.
Dash quiere ser abogada y especializarse en el área penal e internacional, lo que más le interesa con la organización es crear estrategias con empresas y municipios para solventar los gastos de los proyectos.
Es medio día y el sol irradia en el invierno cálido de Lima. La representante de la municipalidad utiliza el megáfono para indicar el final de la actividad. Los huecos en las rocas vuelven a ser tapados, debajo se mantiene, casi intacto, los restos de microplástico. Todos vuelven a la carpa blanca con sus enormes bolsas de basura y sus objetos reciclables en otra. Comienza el conteo por peso.
—¡13 kilos! —grita la representante y continúa. —…20 kilos, ¡increíble! —Entre las bolsas negras resalta una bolsa de comida para perros celeste. Un grupo había encontrado el saco llena de escombros de construcción tirada en la orilla.
En total se logró reunir 170 kilos de basura en la playa los Tres Picos, en dos horas de limpieza.
El grupo de WhatsApp creado para la actividad en la playa comienza a resonar. Mensajes de voluntarios indignados por no recibir los polos y gorras que prometió la organización en su convocatoria. Finalmente, los coordinadores de PTQL solicitan una reunión al costado de la carpa para explicar la situación.
—Muchas gracias por su participación, hemos superado la meta. —grita alegremente la vocera de la municipalidad mientras guarda el megáfono. — Debo pedirles una enorme disculpa a todos porque coordiné y le prometí a Ze la entrega de ropa. Mi distribuidor me ha fallado. Yo misma me hago responsable. Mil disculpas. La próxima me comprometo a darles todo.
Entre algunos murmullos, Dash cansada pide que se formen para tomar lista y entregar, días más tarde, la constancia de participación. Un documento que acredita la fecha, lugar y horas de voluntariado, firmado por el fundador.
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El Internet ha sido el escenario perfecto para que se creen comunidades virtuales como Perú Te Quiero Limpio. Una convocatoria abierta se lanza en las redes y las personas se inscriben. Lo único que debe llevar un voluntario es su predisposición y bloqueador, todo lo demás lo da la organización. Guantes, bolsas, mascarilla, agua, polo, gorra, botas, pala, picos y si trabajan con una municipalidad interesada, comida. Claro, todo depende de la actividad a realizar.
—Las calles o avenidas no tienen un ecosistema vivo, no tienen porque ya lo han destruido. En cambio, las playas y ríos aún tienen especies que viven ahí, desde especies pequeñas como renacuajos hasta cangrejos y aves. No solo queremos limpiar el medio ambiente, sino también ayudar a los animales que viven en esas zonas. Los animales no pueden hablar ni quejarse, no pueden gritar por los residuos que destruyen sus hábitats. — dice Ze.
El Ministerio del Ambiente de Perú indica que se generan 23,000 toneladas diarias de residuos sólidos, es decir, tres Estadios Nacionales llenos de basura por día. Anualmente, casi el 80% de estos residuos tiene potencial de valoración: orgánicos e inorgánicos aprovechables. No obstante, los restos terminan en las laderas de ríos, en las costas, en las calles de la ciudad, incluso, en la tierra para plantación.
Limpiar playas y recoger basura no es la solución a la contaminación plástica. Limpiar una playa no cambia que la marea vuelva a traer vasos de plástico, botellas, sorbetes, bolsas y otros desechos. Limpiar voluntariamente no reducirá el plástico que ahoga los ríos, destruye playas que alguna vez fueron bellas y que les cuesta la vida a pingüinos, cangrejos, peces y otros animales marinos. Sin embargo, la práctica motiva el reciclaje y de alguna manera recoger un artículo significa un objeto menos que pondrá en peligro a una tortuga o foca bebé. Las limpiezas de playa sirven para educar e inspirar a reducir el uso de estos materiales.
La crónica de Valeria Tosso fue seleccionada como trabajo destacado para participar en el Conversatorio de Liderazgos y Diálogo Social, realizado el 14 de noviembre en el auditorio de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Felicitamos su vocación por el Periodismo.
Sobre el autor:
Valeria Tosso
Estudiante de Periodismo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM).