Quiero màs
informaciòn
1 abril, 2019

[ENFOQUE] ¿Tiene sentido un perdón de 500 años?

Ramiro Escobar, docente de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, compartió un artículo de opinión con la revista Domingo de La República sobre la carta del presidente de México, Andres Manuel López Obrador, al gobierno español y al Vaticano. El mandatario exige que hagan un relato de agravios y pidan perdón a los pueblos originarios por las violaciones durante la conquista de México.

La historia no es olvidable

Así como errar es humano, perdonar también lo es, solo que es muy difícil porque implica una emoción noble, algo extraño en la política. De allí que el pedido de Andrés Manuel López Obrador a España y al Papa haya caído como un meteorito.

Es posible que en la propuesta del presidente mexicano haya un cálculo político, tal vez para desplazar la atención de ciertos tacos calientes (uno de ellos es construir el Tren Maya afectando territorios indígenas). Lo que sorprende es la reacción.

Sí, puede que no sea elegante poner eso sobre la mesa cuando en el 2021 se preparaba una conmemoración mexicano-española de los 500 años de la caída de Tenochtitlán. Sí, también debe recordarse la alianza de algunas etnias con Hernán Cortés.

Pero cinco siglos no han apagado todos los recuerdos tormentosos, especialmente en el mundo indígena, que tras la Independencia siguió siendo ninguneado. Que incluso hoy sufre las consecuencias de un proceso histórico con episodios de crueldad.

Si uno no se pone en los zapatos –acaso descalzos- del segregado secular, entonces sólo hará memes y despreciará el debate, si se quiere oportunista, promovido por AMLO. Si nos olvidamos de Fray Bartolomé de las Casas, entonces no digamos nada.

La Conquista implicó a la vez niveles de mestizaje, muy complejos, que nos hicieron lo que somos. Para muchos, algo de nuestro corazón está en Madrid o Barcelona, y a la vez en Huamanga, en el Cusco o en la morena Virgen de Guadalupe.

Toda esta historia, en suma, no fue plana, ni olvidable. Tuvo luces benignas, como las misiones jesuíticas del Paraguay, y sombras violentas, como los obrajes. Si no vamos a hablar de perdón, al menos hagamos memoria de una manera más honesta y generosa.

Artículo de opinión publicado en la revista Domingo de La República 31/03/2019

Compartir esta noticia:

Últimas noticias

Cerrar