Gabriela Gutiérrez, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y coordinadora del Centro de Escucha de la misma universidad, nos comparte sus reflexiones sobre la discriminación hacia las personas LGTBI en la sociedad peruana y los resultados de la Primera Encuesta Virtual del INEI dirigida a jóvenes entre 18 a 29 años identificados como LGTBI. Hace hincapié sobre cómo la intolerancia, además de generar violencia, afecta las oportunidades de acceso laboral y vulnera las posibilidades de desarrollo de esta población.
Sentir orgullo hacia nosotros mismos es importante para el desarrollo personal ¿es aún más necesario para personas LGTBI? ¿Por qué?
Sentir orgullo es importante para todas las personas pues implica que nos reconozcamos tanto en nuestros recursos como limitaciones. A partir de esto, el desarrollo personal se favorece, pero un paso adicional es poder entender, críticamente, si es que a partir de estos recursos y limitaciones, el contexto social y cultural puede generar dificultades adicionales que no nos permitan acceder a derechos básicos. Cuando se habla de orgullo LGTBI se está hablando precisamente de esto: de la posibilidad de reconocerse como ciudadanos de derecho y que no exista estigma social que vulnere esas oportunidades de desarrollo. El orgullo requiere, por tanto, no de una acción individual, sino de un colectivo de personas convencidas de una lucha por el respeto a la diversidad y por la convivencia sin violencia ni discriminación.
¿Cuáles son los principales motivos por los cuales se sigue discriminando a la comunidad LGTBI?
Los prejuicios en nuestro país se anclan en visiones estereotipadas de los roles sociales que supuestamente nos corresponden en la interacción con otras personas. Estas creencias, si se tornan más o menos rígidas, conlleva a que se piense que existe una sola realidad, o una sola manera de vincularse, y ello, dependiendo de qué tan sancionable pueda ser, se convierten en actos de discriminación que no son más que la perpetuación de la violencia. Por tanto, la comunidad LGTBI es discriminada precisamente porque nuestro sistema de creencias sobre la sexualidad es tan rígido – por el histórico machismo que nos caracteriza y otros factores – que desemboca en la necesidad de establecer patrones estáticos de lo que es ser “hombre” y lo que es ser “mujer”, y todo lo que no encaja en dichos patrones, se vuelve “menos humano”, por tanto, susceptible a ser violentado.
¿Por qué tanta intolerancia, sobre todo, manifiesta a través de las redes sociales?
Yo no diría que la intolerancia se manifiesta principalmente en redes sociales, se hace en la vida cotidiana y concreta todos los días. Lo que ocurre con las redes sociales es como si fuera un periódico mural en el que cualquier persona puede pegar un pósit y colocar su opinión públicamente, y ello queda por escrito a la vista de todas las personas. Con esto, la intolerancia se vuelve más tangible. Es decir: no es un rumor o un comentario que te dijeron el otro día, es algo que prevalece y al que se puede acceder con mucha facilidad. Entonces, se convierte en un espacio de debate permanente, para ventilar todo aquello que quizá no se diga tan abiertamente en espacios en los que te puedes ver confrontado.
¿Una persona sin ser homofóbica puede continuar prolongando los estereotipos y prejuicios? ¿Cómo evitarlo?
Es muy común escuchar a personas decir “yo no soy homofóbico, yo respeto a los gais pero siempre y cuando no hagan escándalo”, o “yo no soy homofóbico, pero creo que las personas LGTB no deberían besarse en público o andar de la mano en las calles”. ¿Qué quiere decir esto? El tema es mucho más complejo. Específicamente, la homofobia, no es un rasgo de personalidad que uno tiene o no tiene. Es parte de este sistema de creencias patriarcales en que se prioriza lo heterosexual como la norma, y todo lo que ocurre fuera de ello, se cataloga como lo que “no debe ser”. Asociado a esto, también entra todo un entramado de creencias vinculadas a lo “femenino” y lo “masculino” que establecen jerarquías en las formas de relacionarnos, y esto hace que la homofobia, así como el machismo o el racismo, estén mucho más enraizados en nuestra sociedad de lo que se puede decir en el discurso de “Yo no soy esto”. La solución es empezar a pensar críticamente en qué tipo de creencias aún podrían generar que nos distanciemos de otras personas, únicamente por, su condición de género, edad, estatus socioeconómico, religión o cultura, sin llegar a conocerlas en sus sufrimientos, en sus metas, en sus deseos e intereses u otros.
La Primera Encuesta Virtual del INEI, dirigida a jóvenes entre 18 a 29 años identificados como LGTB, reveló que el 69,5 % es trabajador dependiente y que el 11,5 % ha sufrido algún tipo de discriminación ¿Por qué se les sigue discriminando laboralmente?
Se sigue asociando la orientación sexual con lo moral o lo ético en el comportamiento de las personas (promiscuidad y pedofilia). También hay una imposición de roles socialmente construidos como estereotipados. Esto lleva a que los beneficios laborales no sean los mismos: seguro de salud y pareja (violencia estructural – el sistema legal no protege). Además, se presenta exclusión social dependiendo del grupo de trabajadores: no en todos los centros laborales alguien se muestra abiertamente gay, lesbiana o bisexual por temor a ser excluidos o a perder el trabajo. En los casos más extremos se presenta agresión física, verbal o sexual (24.9 % de los encuestados lo ha sufrido). La discriminación a personas LGTBI existe, no es una percepción. El temor a revelar su identidad es fundado y ello explica que el INEI para el presente estudio tuvo que realizar un muestreo no probabilístico por conveniencia, porque no contamos con un marco de referencia claro de la población total.
¿A qué instituciones puede recurrir una persona que se siente discriminada laboralmente por tener una opción sexual distinta?
En principio debería poder recurrir al área de RR. HH. para poner la queja, hablar con el jefe y contar lo sucedido. Sin embargo, dependiendo de la gravedad del caso, y si las personas de la misma empresa o institución están incurriendo en el acto discriminatorio, se podría asistir a la SUNAFIL del Ministerio de Trabajo, que considera la discriminación por motivos de sexo (entre otros) como una falta muy grave. Sin embargo, según un informe de la Defensoría de Pueblo del 2016, aún no se han reportado casos de discriminación por orientación sexual o identidad de género y, además, no existe un procedimiento especial para atender dichas denuncias. Por ello, se tiende a recurrir a las ONG u organismos internacionales que trabajen derechos humanos y tengan enfoque de género. Esta situación implica que aún falta mucho por hacer para promover el respeto por la diversidad LGTBI en nuestro país, y se requieren de acciones articuladas entre las instituciones y la sociedad civil que logren incidir en las políticas públicas actuales, tanto para visibilizar la magnitud de la problemática como para tomar acción frente a ésta.