“La posverdad construye enemigos, fomenta el odio y alienta la violencia. Quiere aparecer como una novedad. No lo es. El engaño, la mentira, la intención de confundir al ‘público’ es algo tan antiguo como la humanidad”. Así lo afirmó, Roberto Solarte, profesor del Departamento de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, durante el conversatorio “Posverdad y apocalipsis”, brindado a estudiantes de la Escuela de Periodismo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Enfatizó que la prensa, si se lo propone, puede contribuir en la formación de lectores críticos, que busquen la verdad, pero de continuar la tendencia creciente a producir noticias falsas, reproducirán las relaciones de dominación y sometimiento social.
Para el filósofo el avance de la posverdad se debe, en gran medida a que siendo imposible verificar cada una de las afirmaciones, valoraciones y creencias que nos llegan, damos nuestra aceptación a la gran mayoría de “datos” que necesitamos para vivir y orientarnos en ese mundo común. “La vida cotidiana está entretejida de actos de fe, que son verdaderos saltos al vacío. Pero sin ellos, nuestra orientación en el mundo de la vida sería imposible. Por ello, es importante considerar que lo que un grupo cree, no es válido porque se trate de una creencia compartida, como tampoco es válida la justificación de la verdad basada en el criterio de algunos expertos ni lo es la hipótesis científica porque así lo afirma la mayoría dominante”, expresó.
La posverdad se refiere a la manipulación de masas enteras de población que caen bajo la influencia de noticias diseñadas para mover sus emociones y confundir su razonamiento con “ideas” poco sólidas, pero que convencen al mover la irracionalidad, los temores profundos a los otros que se construyen como enemigos. En el mundo digital, se difunde, principalmente a través de los celulares. “Eso que vemos, que leemos, que nos envía una persona en la que confiamos, ‘es’, y es la verdad. No solemos dudar. Al contrario, cualquier cuestionamiento, por mínimo que sea, hace que reafirmemos nuestra creencia, y que consideremos a quien nos cuestione nuestro enemigo, o que dudemos si lo cancelamos de nuestras ‘amistades’ virtuales”, señaló.
Para evitar contribuir con la difusión de posverdad es importante que los periodistas se basen en hechos objetivos y dejen de apelar a emociones, creencias, y a la repetición de eslóganes que ignoran cualquier refutación. Los medios deben ser vehículos para el diálogo y la discusión. Espacios de contenido libre como Wikipedia se alimentan de la información que producen los medios y nutren a millones de personas que consideran las respuestas como verdaderas, sobre todo, quienes no acceden o no comprenden las investigaciones académicas. Por ello, exhortó a los estudiantes a no olvidar que mientras las sociedades primitivas no sabían que mentían; la posverdad reside en mentir de manera intencional, lo cual se intensifica y propala a través de las TIC.